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CAZADORES DE MICROBIOS
“Una mirada a los animalillos”
La lectura nos
habla sobre cómo se desarrolló el proceso de prevención ante virus y
bacterias desde cómo fueron descubiertos, curados y prevenidos hasta la
invención de la medicina que los usa a su favor aprovechando las batallas
que se dan entre ellos a nuestro favor, cuando se inyecta una cantidad
pequeña el cuerpo puede defenderse de ellos porque son de manera benigna y
termina siendo inmune hoy en día aun aplicamos sus hipótesis echas
ley y así tenemos ventajas tanto en
el sector agropecuario como en el desarrollo de los avances en la medicina
, todo a favor de la calidad de vida.
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CAPITULO
I
ANTONY LEEUWENHOEK
Los grandes siempre son tildados
de locos, Leeuwenhoek fue criticado por muchos y al final pocos se maravillaron
de sus proezas durante su época el tubo sumo cuidado en prestar sus
microscopios, se dedicó a estudiar con ahínco todo lo que le rodeaba y fulmino
la idea de que el origen de las enfermedades se da por que sí; logro indagar en
el mundo de los microbios (bacteria y virus), observo sus formas por vez
primera y quedo maravillado de todo aquel mundo que para esa época era muy
difícil de creer.
Leeuwenhoek indicaba que su
verdadero Dios era la verdad sin faltar al respeto a nadie. Fue aceptado en la
Real Sociedad donde realizo innumerables aportaciones y debates.
CAPITULO II
LAZZARO SPALLANZANI
LOS MICROBIOS NACEN DE MICROBIOS
En Inglaterra y Francia se
preguntaban quien sería el continuador de Leeuwenhoek, efectivamente fue
Spallanzani.
Spallanzani era muy curioso comenzó de una manera frívola
a ejercer como estudioso pero eso fue desarrollando su potencial su principal
rival de hipótesis y resultados fue Needham a quien derroco en sus estudios que
ya habían sido válidos, refuto sus postulados y logro probar lo que sucedía en
la generación espontánea de los que denominaban “animalillos”.
CAPITULO III
LOUIS PASTEUR
¡LOS MICROBIOS SON UNA AMENAZA!
Después de la muerte del gran
Spallanzani, en 1831, la caza de microbios se encontraba estacionada, a nadie
se le ocurría estudiarlos, ni siquiera se insinuaba la terrible posibilidad de
que esos despreciables microbios fueran capaces de matar misteriosa y
sigilosamente a millones de seres humanos. En aquella época, Pasteur era un
muchacho atareado y meticuloso, que en absoluto llamaba la atención. Cuando
abandona la pintura es cuando logra ir indagando en aquel mundo maravilloso,
con su microscopio descubriendo a los seres anaerobios que los autores
anteriores ya habían contemplado. Siempre estudio el origen de las enfermedades
y logro desarrollar la vacuna contra la rabia así como instalar su centro de
laboratorio a donde acudirían los posteriores autores.
CAPITULO IV
ROBERTO KOCH
EL PALADÍN CONTRA LA MUERTE
Mientras Pasteur se dedicaba a
salvar la industria del vinagre, maravillando a reyes y pueblos, mientras
diagnosticaba las enfermedades de los gusanos de la seda, un alemán miope,
serio y de baja estatura, estudiaba medicina en la Universidad de Gotinga. Se
llamaba Roberto Koch. Era buen estudiante, pero soñaba con cacerías de tigres
mientras atasajaba cadáveres. Estudio en
los cadáveres de ovejas y vacas. Estudio ella cólera, carbunco y la
tuberculosis a pesar de las críticas, Pasteur fue el único que creyó en él y
certeramente. Koch recibió de las propias manos del emperador de Alemania la
Orden de la Corona, con Estrella; pero a pesar de esto, siguió usando sombreros
provincianos, nunca perdió la humildad.
CAPITULO V
PASTEUR Y EL PERRO RABIOSO
Pasados los 1870 en un hospital
se estaba muriendo las madres una tras otra al dar a luz, Pasteur tenía 53 años
y explico porque sucedía ello, el motivo era que no contaban con las
suficientes medidas sanitarias y estaban infectando a las pacientes. Pasteur no
quería perder prestigio contra los avances de Koch en aquel entonces. Trabajo
con Louvrier e investigaron acerca del carbunco y concluyeron que «Cuando una
vaca ha tenido carbunco y sale adelante, no hay en el mundo microbio carbuncoso
capaz de producirle otro ataque; está inmunizada» principio similar que
aplicaron en el caso de la rabia mediante ataques benignos; no fue nada fácil
probar para Pasteur ya que contaminaba el virus apropósito en animales sanos
para experimentar una y otra vez sus hipótesis y masivamente fue la presión de
una madre desesperada quien hizo que Pasteur se animara a probarlo en humanos.
CAPITULO VI
ROUX Y BERING
MASACRE DE CONEJILLOS DE INDIAS
La matanza de tantos y tantos
conejillos de Indias, se hizo para salvar la vida de muchos niños. En 1888,
Emilio Roux, el fanático ayudante de Pasteur, continuó las investigaciones que
el maestro había tenido que abandonar. En poco tiempo descubrió que el bacilo
de la difteria destila un veneno extraño, y que un gramo de esta substancia
pura basta para matar dos mil quinientos perros. Emilio Behring, descubrió en
la sangre de los conejillos de Indias un poder extraño un algo desconocido que
volvía completamente intensivo el poderoso veneno de la difteria, hicieron que
la esperanza renaciera en los hombres, luego del desastre de Koch. La gente
volvió a confiar en que los microbios se convertirían de asesinos, en
inofensivos animalillos. Roux escarbaba brutalmente en los bazos de niños
muertos. Por cada brillante experimento, tuvieron que pagar con mil fracasos.
Pero lograron descubrir la antitoxina diftérica. Sin embargo, no lo habrían
conseguido sin Loeffler. A los niños se les inyectan bajo la piel dosis
minúsculas del terrible veneno que tan fatal es para los perros, pero tan
fantásticamente alterado, que resulta inofensivo hasta para los recién nacidos.
Y por este triunfo la Humanidad tendrá que quedar agradecida a aquellas
primeras y toscas investigaciones de Loeffler, de Roux y de Behring.
CAPITULO VII
ELIAS METCHNIKOFF
LOS SOLÍCITOS FAGOCITOS
Elías Metchnikoff, siempre
buscaba su propia superación. Metchnikoff leía libros sobre la Evolución.
Adoptó la palabra «fagocito» como lema, y esa palabra resultó ser más tarde
algo así como el principio de la explicación de la inmunidad. Pudo observar
cómo las células errantes de la pulga de agua, sus fagocitos, se precipitaron
contra las peligrosas agujas, rodeándolas, comiéndoselas, haciéndolas
desaparecer. Cuando los fagocitos no daban batalla a las esporas, cosa que
sucedió con la suficiente frecuencia para que la teoría de Metchnikoff fuese
perfecta, los invasores se transformaban rápidamente en fermentos vivos que a
su vez se comían a la pulga de agua, envenenándola y acabando con ella. En esta
ocasión Metchnikoff presenció un espectáculo emocionante; una lucha a muerte en
pequeña escala; había sorprendido la manera, hasta entonces completamente
misteriosa, cómo ciertos organismos vivos se defienden de los que quieren ser
sus asesinos. Las observaciones de Metchnikoff eran firmes como una roca,
Metchnikoff también se dedicó a fundar ciencias fantásticas para buscar la
explicación del destino del hombre y evitarlo; a la ciencia de llegar a viejo
le dio el sonoro nombre de «Gerontología», y a la ciencia de la muerte, el de
«Tanatología», decidió estudiar el enigma del endurecimiento de las arterias.
CAPITULO VIII
THEOBALD SMITH
En 1890, hizo su aparición
Theobald Smith, que dio la explicación de por qué el ganado vacuno del Norte,
cuando es trasladado al Sur, enferma y muere a consecuencia de la fiebre de
Tejas, y de por qué el ganado vacuno del Sur, aun estando sano, acarrea al Norte
una muerte misteriosa para el que está en la región. La respuesta era muy sencilla Theobald Smith
noto todos aquellos misteriosos problemas: el asesino de las vacas norteñas no
era la garrapata adulta repleta de sangre, sino su hija, la garrapatita; este
bicho de ocho o diez días era el portador del asesino. Entonces comprendió por
qué tardan tanto tiempo los campos en hacerse peligrosos: desde los lomos de
las vacas del Sur tenían que caer al suelo las garrapatas madres, que
necesitaban unos cuantos días para poner los huevos que requerían un período de
incubación de veinte días o más; las garrapateas tenía que andar por el campo
hasta encontrar una pata de vaca por donde trepar. Durante dos veranos más,
Smith y Kilborne descubrieron hechos curiosos relacionados con la inmunidad, se
explicaron por qué el ganado del Sur no es víctima de la fiebre de Tejas: esta
cruel enfermedad existía en el Sur, en los sitios donde hay garrapatas, que
están en todas partes; las garrapatas estaban continuamente picando a las vacas
del Sur e inoculándoles los fatales microbios piriformes, que no les afectaban,
porque los ataques benignos que habían tenido cuando eran terneras las habían
hecho inmunes. Actualmente el ganado es bañado en soluciones antisépticas, y la
fiebre de Tejas, que era una amenaza para los millones de cabezas de ganado
vacuno de Norteamérica, no es ya una cuestión que preocupe.
CAPITULO IX
DAVID BRUCE
Bruce estudios el origen de la
fiebre de Malta, esterilizó hebras de seda, que empapaba en sangre plagada de
tripanosomas, y que cosía después abajo la piel de perros sanos, para saber
cuánto tiempo conservaba aquella sangre sus mortíferas cualidades, Bruce no
dudaba ya que fueran las moscas tsetsé, y sólo ellas, las portadoras de la
nagana, entonces indico: matad las mosca, destruid los matorrales donde
acostumbran a vivir y exterminad los antílopes, de los cuales chupan los
tripanosomas. De esta suerte comenzó David Bruce a librar África de la nagana.
CAPITULO X
ROSS CONTRA GRASSI
EL PALUDISMO
¡El paludismo puede ser
extirpado!, Ross no hubiera resuelto el enigma sin Grassi, y éste hubiera
estado años enteros dando vueltas al asunto, a no ser por la pista que le
proporcionaron las investigaciones de Ross. Battista Grassi y Ronald Ross se
habían tirado los trastos a la cabeza discutiendo cuál de los dos tenía más
mérito. Día tras día fue Ross matando y abriendo uno a uno los mosquitos,
concluyendo que Entonces, los mosquitos transmiten el paludismo al picar; sus
trabajos fueron los que permitieron al docto, experto e indignado Battista
Grassi, realizar los experimentos precisos y soberbios que terminarían por
eliminar el paludismo en la tierra.
CAPITULO XI
WALTER REED
EN INTERÉS DE LA CIENCIA Y POR LA
HUMANIDAD
Walter Reed, jefe de la Comisión
para el estudio de la fiebre amarilla, era un hombre cortés e intachable,
indulgente y lógico; no cabe la menor duda de que tuvo que arriesgar vidas humanas,
sencillamente porque los animales no contraen esta enfermedad. También es
cierto que el ex leñador James Carroll estuvo dispuesto a arriesgar su vida
para comprobar la teoría de Reed, que tampoco se perdía en sentimentalismos
cuando se trataba de arriesgar la vida de otros para comprobar una afirmación
suya que podía ser no trascendental. Todos los cubanos que fueron testigos
oculares de los hechos, están de acuerdo en afirmar que los soldados
norteamericanos que se ofrecieron voluntariamente como conejillos de Indias
para los experimentos, demostraron un valor poco común.
CAPITULO XII
PABLO EHRLICH
LA BALA MÁGICA
Nació en Silesia, Alemania, en
marzo de 1854. Ehrlich, antes que Koch, había visto un microbio de la
tuberculosis; más en su ignorancia, y sin la clara inteligencia de Koch, supuso
que los bastoncitos coloreados eran cristales. Ehrlich le enseñó a Koch un
procedimiento ingenioso para teñir el microbio de la tuberculosis,
procedimiento que con ligeras variantes, se sigue usando actualmente,
Inyectando una pequeña cantidad de colorante en la vena auricular de un conejo;
vio el color difundirse por la sangre y el cuerpo del animal, tiñendo
misteriosamente de azul únicamente las terminaciones nerviosas. Ehrlich lanzaba
torrentes de cifras y de experimentos sobre Roberto Koch. Ehrlich era un hombre
muy preciso en sus experimentos, y también el crítico más severo de las
costumbres desordenadas de los cazadores de microbios que buscan la verdad
combinado un poco de esto con un poco de aquello; en el laboratorio de Robert
Koch, asesinaba cincuenta ratones— donde antes se habrían contentado con uno—,
y todo esto con intención de descubrir las sencillas leyes, expresadas en
fórmulas, que presentía se ocultaban tras el enigma de la inmunidad, de la vida
y de la muerte. Aunque su precisión no le sirvió para resolver estos problemas,
en cambio lo ayudó para fabricar, finalmente, su bala mágica creyendo en su
teoría de la inmunidad, gracias a su persistencia, a la casualidad; a Dios y a
un colorante llamado rojo tripan, fue un explorador que descubrió un nuevo
mundo para los cazadores de microbios y les enseñó a fabricar balas mágicas.
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