domingo, 13 de marzo de 2016

Cazadores de microbios (resumen)




 


 



 
 


 










 


 



CAZADORES DE MICROBIOS

Fichas de los capítulos

“Una mirada a los animalillos”

La lectura nos habla sobre cómo se desarrolló el proceso de prevención ante virus y bacterias desde cómo fueron descubiertos, curados y prevenidos hasta la invención de la medicina que los usa a su favor aprovechando las batallas que se dan entre ellos a nuestro favor, cuando se inyecta una cantidad pequeña el cuerpo puede defenderse de ellos porque son de manera benigna y termina siendo inmune hoy en día aun aplicamos sus hipótesis echas ley  y así tenemos ventajas tanto en el sector agropecuario como en el desarrollo de los avances en la medicina , todo a favor de la calidad de vida.
 



 

 

CAPITULO I 

ANTONY LEEUWENHOEK  

Los grandes siempre son tildados de locos, Leeuwenhoek fue criticado por muchos y al final pocos se maravillaron de sus proezas durante su época el tubo sumo cuidado en prestar sus microscopios, se dedicó a estudiar con ahínco todo lo que le rodeaba y fulmino la idea de que el origen de las enfermedades se da por que sí; logro indagar en el mundo de los microbios (bacteria y virus), observo sus formas por vez primera y quedo maravillado de todo aquel mundo que para esa época era muy difícil de creer.

Leeuwenhoek indicaba que su verdadero Dios era la verdad sin faltar al respeto a nadie. Fue aceptado en la Real Sociedad donde realizo innumerables aportaciones y debates.

 

CAPITULO II 

LAZZARO SPALLANZANI  

LOS MICROBIOS NACEN DE MICROBIOS  

En Inglaterra y Francia se preguntaban quien sería el continuador de Leeuwenhoek, efectivamente fue Spallanzani.

Spallanzani  era muy curioso comenzó de una manera frívola a ejercer como estudioso pero eso fue desarrollando su potencial su principal rival de hipótesis y resultados fue Needham a quien derroco en sus estudios que ya habían sido válidos, refuto sus postulados y logro probar lo que sucedía en la generación espontánea de los que denominaban “animalillos”.

 

CAPITULO III  

LOUIS PASTEUR 

¡LOS MICROBIOS SON UNA AMENAZA!  

 

Después de la muerte del gran Spallanzani, en 1831, la caza de microbios se encontraba estacionada, a nadie se le ocurría estudiarlos, ni siquiera se insinuaba la terrible posibilidad de que esos despreciables microbios fueran capaces de matar misteriosa y sigilosamente a millones de seres humanos. En aquella época, Pasteur era un muchacho atareado y meticuloso, que en absoluto llamaba la atención. Cuando abandona la pintura es cuando logra ir indagando en aquel mundo maravilloso, con su microscopio descubriendo a los seres anaerobios que los autores anteriores ya habían contemplado. Siempre estudio el origen de las enfermedades y logro desarrollar la vacuna contra la rabia así como instalar su centro de laboratorio a donde acudirían los posteriores autores.

CAPITULO IV  

ROBERTO KOCH 

EL PALADÍN CONTRA LA MUERTE   

Mientras Pasteur se dedicaba a salvar la industria del vinagre, maravillando a reyes y pueblos, mientras diagnosticaba las enfermedades de los gusanos de la seda, un alemán miope, serio y de baja estatura, estudiaba medicina en la Universidad de Gotinga. Se llamaba Roberto Koch. Era buen estudiante, pero soñaba con cacerías de tigres mientras atasajaba cadáveres. Estudio  en los cadáveres de ovejas y vacas. Estudio ella cólera, carbunco y la tuberculosis a pesar de las críticas, Pasteur fue el único que creyó en él y certeramente. Koch recibió de las propias manos del emperador de Alemania la Orden de la Corona, con Estrella; pero a pesar de esto, siguió usando sombreros provincianos, nunca perdió la humildad.

 

CAPITULO V 

PASTEUR Y EL PERRO RABIOSO  

Pasados los 1870 en un hospital se estaba muriendo las madres una tras otra al dar a luz, Pasteur tenía 53 años y explico porque sucedía ello, el motivo era que no contaban con las suficientes medidas sanitarias y estaban infectando a las pacientes. Pasteur no quería perder prestigio contra los avances de Koch en aquel entonces. Trabajo con Louvrier e investigaron acerca del carbunco y concluyeron que «Cuando una vaca ha tenido carbunco y sale adelante, no hay en el mundo microbio carbuncoso capaz de producirle otro ataque; está inmunizada» principio similar que aplicaron en el caso de la rabia mediante ataques benignos; no fue nada fácil probar para Pasteur ya que contaminaba el virus apropósito en animales sanos para experimentar una y otra vez sus hipótesis y masivamente fue la presión de una madre desesperada quien hizo que Pasteur se animara a probarlo en humanos.

CAPITULO VI 

ROUX Y BERING 

MASACRE DE CONEJILLOS DE INDIAS  

La matanza de tantos y tantos conejillos de Indias, se hizo para salvar la vida de muchos niños. En 1888, Emilio Roux, el fanático ayudante de Pasteur, continuó las investigaciones que el maestro había tenido que abandonar. En poco tiempo descubrió que el bacilo de la difteria destila un veneno extraño, y que un gramo de esta substancia pura basta para matar dos mil quinientos perros. Emilio Behring, descubrió en la sangre de los conejillos de Indias un poder extraño un algo desconocido que volvía completamente intensivo el poderoso veneno de la difteria, hicieron que la esperanza renaciera en los hombres, luego del desastre de Koch. La gente volvió a confiar en que los microbios se convertirían de asesinos, en inofensivos animalillos. Roux escarbaba brutalmente en los bazos de niños muertos. Por cada brillante experimento, tuvieron que pagar con mil fracasos. Pero lograron descubrir la antitoxina diftérica. Sin embargo, no lo habrían conseguido sin Loeffler. A los niños se les inyectan bajo la piel dosis minúsculas del terrible veneno que tan fatal es para los perros, pero tan fantásticamente alterado, que resulta inofensivo hasta para los recién nacidos. Y por este triunfo la Humanidad tendrá que quedar agradecida a aquellas primeras y toscas investigaciones de Loeffler, de Roux y de Behring.

CAPITULO VII 

ELIAS METCHNIKOFF 

LOS SOLÍCITOS FAGOCITOS  

Elías Metchnikoff, siempre buscaba su propia superación. Metchnikoff leía libros sobre la Evolución. Adoptó la palabra «fagocito» como lema, y esa palabra resultó ser más tarde algo así como el principio de la explicación de la inmunidad. Pudo observar cómo las células errantes de la pulga de agua, sus fagocitos, se precipitaron contra las peligrosas agujas, rodeándolas, comiéndoselas, haciéndolas desaparecer. Cuando los fagocitos no daban batalla a las esporas, cosa que sucedió con la suficiente frecuencia para que la teoría de Metchnikoff fuese perfecta, los invasores se transformaban rápidamente en fermentos vivos que a su vez se comían a la pulga de agua, envenenándola y acabando con ella. En esta ocasión Metchnikoff presenció un espectáculo emocionante; una lucha a muerte en pequeña escala; había sorprendido la manera, hasta entonces completamente misteriosa, cómo ciertos organismos vivos se defienden de los que quieren ser sus asesinos. Las observaciones de Metchnikoff eran firmes como una roca, Metchnikoff también se dedicó a fundar ciencias fantásticas para buscar la explicación del destino del hombre y evitarlo; a la ciencia de llegar a viejo le dio el sonoro nombre de «Gerontología», y a la ciencia de la muerte, el de «Tanatología», decidió estudiar el enigma del endurecimiento de las arterias.

 

 

CAPITULO VIII  

THEOBALD SMITH  

En 1890, hizo su aparición Theobald Smith, que dio la explicación de por qué el ganado vacuno del Norte, cuando es trasladado al Sur, enferma y muere a consecuencia de la fiebre de Tejas, y de por qué el ganado vacuno del Sur, aun estando sano, acarrea al Norte una muerte misteriosa para el que está en la región.  La respuesta era muy sencilla Theobald Smith noto todos aquellos misteriosos problemas: el asesino de las vacas norteñas no era la garrapata adulta repleta de sangre, sino su hija, la garrapatita; este bicho de ocho o diez días era el portador del asesino. Entonces comprendió por qué tardan tanto tiempo los campos en hacerse peligrosos: desde los lomos de las vacas del Sur tenían que caer al suelo las garrapatas madres, que necesitaban unos cuantos días para poner los huevos que requerían un período de incubación de veinte días o más; las garrapateas tenía que andar por el campo hasta encontrar una pata de vaca por donde trepar. Durante dos veranos más, Smith y Kilborne descubrieron hechos curiosos relacionados con la inmunidad, se explicaron por qué el ganado del Sur no es víctima de la fiebre de Tejas: esta cruel enfermedad existía en el Sur, en los sitios donde hay garrapatas, que están en todas partes; las garrapatas estaban continuamente picando a las vacas del Sur e inoculándoles los fatales microbios piriformes, que no les afectaban, porque los ataques benignos que habían tenido cuando eran terneras las habían hecho inmunes. Actualmente el ganado es bañado en soluciones antisépticas, y la fiebre de Tejas, que era una amenaza para los millones de cabezas de ganado vacuno de Norteamérica, no es ya una cuestión que preocupe.

CAPITULO IX 

DAVID BRUCE  

Bruce estudios el origen de la fiebre de Malta, esterilizó hebras de seda, que empapaba en sangre plagada de tripanosomas, y que cosía después abajo la piel de perros sanos, para saber cuánto tiempo conservaba aquella sangre sus mortíferas cualidades, Bruce no dudaba ya que fueran las moscas tsetsé, y sólo ellas, las portadoras de la nagana, entonces indico: matad las mosca, destruid los matorrales donde acostumbran a vivir y exterminad los antílopes, de los cuales chupan los tripanosomas. De esta suerte comenzó David Bruce a librar África de la nagana.

CAPITULO X 

ROSS CONTRA GRASSI 

EL PALUDISMO  

¡El paludismo puede ser extirpado!, Ross no hubiera resuelto el enigma sin Grassi, y éste hubiera estado años enteros dando vueltas al asunto, a no ser por la pista que le proporcionaron las investigaciones de Ross. Battista Grassi y Ronald Ross se habían tirado los trastos a la cabeza discutiendo cuál de los dos tenía más mérito. Día tras día fue Ross matando y abriendo uno a uno los mosquitos, concluyendo que Entonces, los mosquitos transmiten el paludismo al picar; sus trabajos fueron los que permitieron al docto, experto e indignado Battista Grassi, realizar los experimentos precisos y soberbios que terminarían por eliminar el paludismo en la tierra. 

CAPITULO XI  

WALTER REED 

EN INTERÉS DE LA CIENCIA Y POR LA HUMANIDAD  

Walter Reed, jefe de la Comisión para el estudio de la fiebre amarilla, era un hombre cortés e intachable, indulgente y lógico; no cabe la menor duda de que tuvo que arriesgar vidas humanas, sencillamente porque los animales no contraen esta enfermedad. También es cierto que el ex leñador James Carroll estuvo dispuesto a arriesgar su vida para comprobar la teoría de Reed, que tampoco se perdía en sentimentalismos cuando se trataba de arriesgar la vida de otros para comprobar una afirmación suya que podía ser no trascendental. Todos los cubanos que fueron testigos oculares de los hechos, están de acuerdo en afirmar que los soldados norteamericanos que se ofrecieron voluntariamente como conejillos de Indias para los experimentos, demostraron un valor poco común.

CAPITULO XII 

PABLO EHRLICH 

LA BALA MÁGICA  

Nació en Silesia, Alemania, en marzo de 1854. Ehrlich, antes que Koch, había visto un microbio de la tuberculosis; más en su ignorancia, y sin la clara inteligencia de Koch, supuso que los bastoncitos coloreados eran cristales. Ehrlich le enseñó a Koch un procedimiento ingenioso para teñir el microbio de la tuberculosis, procedimiento que con ligeras variantes, se sigue usando actualmente, Inyectando una pequeña cantidad de colorante en la vena auricular de un conejo; vio el color difundirse por la sangre y el cuerpo del animal, tiñendo misteriosamente de azul únicamente las terminaciones nerviosas. Ehrlich lanzaba torrentes de cifras y de experimentos sobre Roberto Koch. Ehrlich era un hombre muy preciso en sus experimentos, y también el crítico más severo de las costumbres desordenadas de los cazadores de microbios que buscan la verdad combinado un poco de esto con un poco de aquello; en el laboratorio de Robert Koch, asesinaba cincuenta ratones— donde antes se habrían contentado con uno—, y todo esto con intención de descubrir las sencillas leyes, expresadas en fórmulas, que presentía se ocultaban tras el enigma de la inmunidad, de la vida y de la muerte. Aunque su precisión no le sirvió para resolver estos problemas, en cambio lo ayudó para fabricar, finalmente, su bala mágica creyendo en su teoría de la inmunidad, gracias a su persistencia, a la casualidad; a Dios y a un colorante llamado rojo tripan, fue un explorador que descubrió un nuevo mundo para los cazadores de microbios y les enseñó a fabricar balas mágicas.

 

 

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